El nuevo puente sobre el río Guadarrama salva el cauce cien metros más abajo que el puente antiguo de Herrera del que hablamos en las últimas entradas. Como éste, está formado por un único arco de directriz circular y, como en éste, el tímpano es el protagonista, ya que en este caso se trata de un arco tímpano de hormigón armado.

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Vista desde el estribo este.

La construcción del puente se hizo necesaria cuando se ensanchó la carretera M-519, de Torrelodones a Galapagar, y la Dirección General de Bellas Artes no permitió el ensanchamiento del puente de Herrera por el que pasaba hasta entonces. La Dirección General de Carreteras de la Comunidad de Madrid pidió a una serie de equipos de ingeniería la presentación de ideas previas y acabó optando por la propuesta de la oficina de proyectos Carlos Fernández Casado, S.L.

Los autores del proyecto fueron Leonardo Fernández Troyano (Madrid, 1938) y Javier Manterola (Pamplona, 1936) [1] y las obras de construcción se desarrollaron entre 1986 y 1989.

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Vista general del puente desde el estribo oeste.

El arco tímpano se genera a partir de un prisma triangular cortado por un cilindro de directriz circular, de forma que en los extremos la sección es triangular y en el centro trapecial. La sección transversal es un cajón bicelular formado por las losas superior e inferior y por las almas inclinadas exteriores, más un alma central vertical que divide la luz transversal de la losa superior en dos mitades. El canto de la sección central es de 1,10 metros, mientras que en la sección de los extremos es de 7,00 metros. Junto a los estribos, la estructura se remata con dos diafragmas inclinados que cierran los extremos del arco.

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Plano General del Proyecto (en [1]).

La luz del arco es de 55,40 metros entre apoyos y la flecha de 5,90 metros (luz/9,4); el ancho de la plataforma superior es de 10 metros. Las almas tienen un espesor constante de 30 cm y el resto de elementos que forman la sección transversal (losas superior e inferior) tienen un espesor mínimo de 20 cm.

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Vista general desde aguas abajo.

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Sección transversal del puente (en [1]).

El arco descansa en cada extremo sobre un único apoyo metálico en casquete esférico con teflón, de 1800 toneladas de capacidad, que materializa la articulación permitiendo el giro en todas direcciones. Para estabilizarlo horizontalmente, el puente lleva también un taco en cada extremo, a la altura del tablero, que apoya lateralmente en otros dos tacos del estribo impidiendo el movimiento transversal en cabeza. El contacto entre el taco del tablero y los del estribo se realiza mediante sendos aparatos de apoyo de neopreno zunchado de dimensiones 300x300x63(48) mm.

Pte Troyano Articulacion

Detalle de la articulación de apoyo (en [1]).

Los estribos son piramidales, formados por muros triangulares inclinados. El muro frontal es un triángulo homólogo con el del extremo del arco, pero de mayores dimensiones. Toda la cimentación es directa sobre la roca granítica sana, que aflora, en general, a menos de dos metros de profundidad. La cimentación del arco está integrada dentro del estribo y consiste en un prisma trapecial con la inclinación necesaria para transmitir al terreno las reacciones de la bóveda, que tienen una componente horizontal muy importante.

Estribo este.

Extremo este

Extremo este.

Dado el carácter de zona de paseo que se le dio a las márgenes del río entre los dos puentes, se hicieron «unos descendederos al río en las aletas, mediante unas escaleras solidarias a ellas en el borde superior contrario al puente. Estas escaleras se prolongan mediante caminos que llegan al puente de Herrera» [1].

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Escaleras en coronación de las aletas.

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Remate del estribo y barrera.

En mi opinión, este puente es una maravilla formal, un prodigio de diseño conseguido mediante volúmenes simples, como el prisma y el cilindro elementales, que alcanza una pureza difícilmente igualable. Nada en el es nuevo, pero la reinterpretación de formas estructurales ya consolidadas, manteniendo toda su eficacia estructural, es sobresaliente. Y, como en el de Herrera, el arco está tratado como una ausencia, el resultado de una sustracción en la mole principal, que si en Herrera era un prisma rectangular, aquí es un prisma triangular. Además, el arco tímpano alude, en cierto sentido, al trasdós escalonado de Herrera, la primera tentativa de solidarización entre ambos elementos.

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Vista desde aguas abajo.

Pero más allá de estas referencias a la obra vecina, el puente es un compendio de sabiduría histórica y evocaciones al pasado, siendo una composición tan moderna. Porque, formalmente, también puede leerse como un puente clásico de fábrica, con los biseles tipo «cuerno de vaca» de Perronet llevados al límite: todo el tímpano se convierte en un gran «cuerno de vaca«; es la habitual transición entre el arco carpanel de la bóveda y los arcos escarzanos de las boquillas, pero ahora el arco escarzano es el de la bóveda y los arcos de las boquillas son de radio infinito y se confunden con la imposta.

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Puente de Over en Glocester (en flickr).

Por recursos como éste, no sólo por éste, esta estructura atesora tanta carga simbólica y autorreferencial; nos evoca inevitablemente puentes como el de Melum, del propio Perronet o el de Over, de Telford, que vimos en la entrada anterior. Y por eso es una solución postmoderna en el sentido, ya clásico, que le da al término Charles Jencks: como contraposición al movimiento moderno y su preocupación por el funcionalismo y la construcción económica; y como producto de una intención, decididamente festiva, de reinterpretar los estilos antiguos, guiada por un eclecticismo radical. Naturalmente, donde esta actitud arraiga en el diseño de puentes es en el campo de las las luces medias, como un resultado natural de la proliferación de las posibilidades de elección.

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Intradós.

Por eso creo que este puente es fundacional e inaugura una forma de proyectar entre lúdica y audaz, formalmente muy atrevida, que muy pocos años más tarde eclosionaría en un puñado de grandes obras de referencia en la expo de Sevilla-92. Eran los estadios iniciales de una nueva manera de diseñar y construir que, llegada a su apogeo, se manifiestaría como «estetizante, incoherente y jovial, ecléctica y sincrética incluso, mucho menos atenta a la función que a la forma y su embrujo» [2].

En nuestro puente aparecen ya ángulos no ortogonales y superficies no usuales, que luego van a proliferar en tantos puentes «de autor» hasta hoy mismo; pero si en las últimas etapas de ese recorrido lo que se enfatiza es la falta de simetría o hasta un deliberado caos, aquí todavía se aprecia un absoluto rigor geométrico. Es la misma hegemonía de la forma que gobernaba las obras de Herrera. Pero si entonces las formas eran clásicas y aspiraban a aprehender el cosmos universal, en estos tiempos de individualismo radical no son más que las ensoñaciones del autor. Cuando éste se reconoce como heredero de una tradición con la que dialoga y a la que reinterpreta, como Troyano aquí o Calatrava en sus buenos momentos, el resultado se acerca mucho a la verdad del arte como acción creadora; cuando no, el producto suele ser efectista pero banal.

Pero, tratándose de un arco tímpano, a  quien evidentemente homenajea este puente sin disimulo es al «creador» de esa tipología, el ingeniero suizo Robert Maillart (Berna, 1872-Ginebra, 1940), y a su puente de Zuoz. Porque Maillart, en 1900, fue el primero que utiliza la sección cajón en un puente de hormigón armado. Introduce así «un nuevo concepto estructural: la bóveda inferior, los tímpanos verticales y el tablero forman, como un todo, el arco real [lo cual] representa un cambio radical en la concepción de los puentes arco» [3].

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Puente de Zuoz sobre el río Inn (en studyblue).

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Sección transversal del puente de Zuoz (en [3]).

Y lo hace en este puente de Zuoz (Grisones, Suiza, 1900-1901), sobre el río Inn, un arco escarzano de 38 metros de luz y unos 3 metros de flecha (relación 12:1) con sección en cajón bicelular. La solución es tan novedosa que los métodos matemáticos existentes no eran válidos para calcularla, por lo que se dice que Maillart no habría construido Zuzoz sin la ayuda de su antiguo profesor en la Escuela Politécnica de Zurich, Wilhelm Ritter. Ritter era el director de la obra, como representante y asesor de la propiedad, el cantón de los Grisones, y también uno de los grandes especialistas en el análisis de puentes arco. Admitió al cantón que tenía serias dificultades en probar mediante el cálculo que el puente se comportaría bien, y diseñó una prueba de carga a escala real para asegurar la validez del diseño. Tras tres días de prueba aparecieron algunas fisuras de menor importancia pero, en general, los resultados permitieron a Ritter apoyar el diseño y ponderar su nuevo concepto estético [4].

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Las fisuras del tímpano de Zuoz (según [3]).

Al poco de recibirse la obra aparecieron fisuras en los tímpanos, cerca de los estribos. Posiblemente eran fisuras de retracción, como las que aparecen en los alzados de los muros cuando se ejecutan con posterioridad a la cimentación, ya que para minimizar el coste de la cimbra, Maillart ejecutó el puente en dos fases: en la primera hormigonaba sólo la bóveda inferior y una vez está había adquirido la resistencia suficiente, ejecutaba el resto del cajón [3]. Estas fisuras iniciales probablemente se amplificarían con la retracción diferida y las deformaciones térmicas diferenciales debidas a las desiguales condiciones de soleamiento del arco y el tímpano [5].

Maillart comprobó que las fisuras no tenían relevancia estructural y que eran debidas a deformaciones impuestas; y opta en su siguiente obra por suprimir el material redundante.

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Puente de Tavanasa sobre el río Rin (en [3]).

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Sección transversal del puente de Tavanasa (en [3]).

Esto lo hará en el puente de Tavanasa (Grisones, Suiza, 1904-1905) sobre el río Rin. Tavanasa es reconocida unánimemente como la primera gran obra maestra del siglo XX en hormigón [4, 5 y 6]. El arco tiene 51 metros de luz; 4 metros menos que el de Galapagar, de Troyano, y 5 más que el de Over. Pero la diferencia con éste último es sustancial. Si Over representa el final de una época, la ligereza del puente de Tavanasa estaba inaugurando otra radicalmente nueva, que daría lugar, 25 años más tarde, a esa maravilla que es Salginatobel, acaso el puente que más elogios ha recibido de los especialistas en los últimos tiempos.

Tavanasa es una obra innovadora a la que se llega desde presupuestos clásicos, en la tradición de puentes de fábrica que se inicia en Roma. Porque Zuoz, en realidad, es un puente de piedra hecho en hormigón, una configuración similar a la que Perronet había acuñado más de 130 años antes. Y aunque formalmente alumbra la sección cajón, sintetizando en una unidad elementos hasta entonces independientes, técnica y estructuralmente la forma en que la emplea es claramente defectuosa.

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El puente de Tavanasa de 1905 (en engineering-timelines).

El arco tímpano es una solución muy poco optimizada: un tímpano continuo es siempre un elemento sobredimensionado que, salvo en la zona de la clave, sólo sirve para conducir las cargas del tablero hasta la bóveda y para rigidizar ésta, permitiendo espesores mínimos. Por eso, los arcos tímpano que se han hecho posteriormente son escasos y, en general, obras singulares. Por otro lado, en Zuoz, el tímpano, puesto que se fisuró en exceso, estaba insuficientemente armado (es posible, incluso, que careciera de armadura longitudinal, ya que aún no se manejaba el concepto de «armadura de piel»; por ejemplo, las vigas de la colección de puentes económicos -de 1920- de Zafra no llevaban armadura longitudinal en el alma, y lo curioso es que la mayoría de los ejemplares que se conservan se encuentran en buen estado, sin fisuración aparente, y eso que ya tienen cerca de 100 años).

Pero no cabe duda que Zuoz fue un diseño prolífico cuando se corrigieron, en un sentido y en otro, sus deficiencias. Armando adecuadamente las almas y modificando las condiciones de contorno, es el origen de los puentes viga de sección cajón. Y eliminando el material sobrante del tímpano surge Tavanasa. El resultado de una sustracción en un diseño fallido. Uno de los recursos más creativos en ingeniería.

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El nuevo puente de Tavanasa, de 1928 (en heimatschutz-gr.ch).

El puente de Tavanasa fue destruido en 1927 por una avalancha de tierras [3]. Se convocó un concurso para la construcción de un nuevo puente de mayor altura, que accediera a la terraza superior del cauce. La propuesta de Maillart no ganó esta vez. Pero es interesante compararla con el nuevo puente que se construyó. Es obra de un ingeniero suizo notable, Walter Versell (Chur, 1891-Chur, 1989), y en la actualidad es un puente protegido. Destacan unos montantes esbeltísimos, de unos 20 cm de espesor, pero la bóveda, aún siendo muy ligera (de canto variable entre 72 y 42 cm), no llega a trabajar como un arco laminar, ya que la rigidez del tablero es del mismo orden y entre ambos se reparten las flexiones que originan las sobrecargas puntuales [7]. Es la tibieza correcta pero rutinaria de una obra académica que responde al conocimiento técnico establecido en la época.

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Propuesta de Maillart de 1927 para Tavanasa (en [8]).

Lo cierto es que, formalmente, la propuesta de Maillart era muy parecida, ya que las bases del concurso eran condenadamente rígidas: fijaban la solución en arco de hormigón armado con montantes, imponían que las pilas sobre los pies del arco fueran de mampostería e incluso definían el pretil macizo con desagües semicirculares [8], similares, por cierto, a los que proyectó Maillart en los estribos del puente destruido. Pero Maillart conecta los pretiles con la losa del tablero, formando una viga en «U» de gran rigidez, y dispone doble número de montantes. Así puede reducir el canto del arco a la mitad.

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Puente de Valtschiel (en wikimedia).

Es la misma operación que había realizado en Zuoz y Tavanasa, pero si entonces rigidizaba el arco solidarizándolo con el tímpano, ahora aprovecha los parapetos para convertir el dintel en una gran viga de rigidez. El objetivo en ambos casos es el mismo: conseguir bóvedas de espesor mínimo, es decir, que no se hagan cargo de momentos flectores, sólo de las compresiones propias de un arco antifunicular.

Su propuesta estructural era, pues, mucho más audaz, similar a la del puente de Valtschiel (Donat, Grisones, Suiza, 1925), que acababa de terminar, con un finísimo arco de espesor variable entre 23 y 29 cm para una luz de 43,20 metros. Era un nuevo concepto, el primer ejemplo de arco sin rigidez (laminar) ejecutado con éxito. Y, al margen de la cuestión estructural (o tal vez no), en las creaciones más logradas de Maillart late siempre esa «indefinible esencia» becqueriana que distingue un producto correcto pero prosaico, como el de Versell, del que, además de innovador, es una obra de arte, un puente que atraviesa otros abismos.

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Puente de Tavanasa. Plano constructivo (en wikimedia).

Conviene recordar que los puentes de Tavanasa y Zuoz, como el de Troyano, son puentes arco, no trabajan como vigas cajón, ya que el único apoyo en los estribos es la articulación de la bóveda inferior, como se puede ver en el plano constructivo del puente de Tavanasa, que recoge las compresiones del arco.

Puente de Mieres

Puente sobre el río Caudal, en Mieres (en cfcsl.com).

Con la misma configuración estructural hay dos interesantes puentes españoles que necesariamente tuvieron que influir también en la concepción de éste de Galapagar, los dos únicos arcos tímpano que llegó a realizar el ingeniero Carlos Fernández Casado (Logroño, 1905-Madrid-1988): el puente sobre el aliviadero del embalse de Cubillas (Albolote, Granada, 1954) y el puente sobre el río Caudal, en Mieres (Asturias, 1968). En el proyecto de este último participaría Fernández Troyano. El arco tiene 70 metros de luz y 9 metros de flecha, y carece de bóveda propiamente dicha. El puente se reduce a un tablero de 20 cm de canto, los dos tímpanos, de 30 cm de espesor, y tres cuchillos longitudinales interiores de las mismas forma y dimensiones que los tímpanos y una serie de vigas riostras transversales.

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Puente sobre el aliviadero del embalse de Cubillas. Detalle (en cehopu.cedex).

Es otra forma, distinta de la de Tavanasa, de eliminar el material sobrante. Aquí, en vez del tímpano, directamente se elimina la bóveda. La función de arco la realiza la parte inferior de los tímpanos y cuchillos, pero en una altura no muy superior a la de la clave, por lo que la mayor parte del tímpano sigue siendo superflua. En un primera impresión, este puente puede parecer una viga de canto variable biapoyada, pero no es así, ya que los apoyos de ambos lados del arco tienen impedido el desplazamiento horizontal, por lo que se hacen cargo de la totalidad de las compresiones del arco. Lo que distingue una viga de un arco son las condiciones de contorno.

El mecanismo resistente del puente sobre el aliviadero del embalse de Cubillas es el mismo. El arco, de directriz circular, tiene una luz de 49 metros y unos 6 metros de flecha, con sólo cuatro cuchillos longitudinales  y un canto muy escrito en el centro del vano, de alrededor de 1 metro. En estos dos puentes es notable el sistema constructivo: para evitar las cimbras, la parte inferior de cada cuchillo está formada por un arco prefabricado triarticulado, que se coloca con grúas, como las actuales bóvedas prefabricadas. Sobre cada arco se hormigona «in situ» el correspondiente cuchillo completo y posteriormente las riostras transversales y el tablero superior.

Puente de Cubillas

Puente sobre el aliviadero del embalse de Cubillas (en cehopu.cedex).

Es una innovación respecto a los puentes de Maillart que sistemáticamente se hormigonaban sobre cimbra. También se construyó así nuestro puente de Galapagar, con cimbra, aprovechando las facilidades que ofrecía el escaso caudal del río.

Fernández Troyano es una de las máximas autoridades en puentes históricos (y modernos); es claro que su diseño está ya de vuelta y juega con toda esta historia del hormigón y con las referencias que acabamos de ver, que utiliza como y donde le interesa. Además, su puente es, de alguna forma, gratuito. Se podrían haber hecho soluciones más baratas, sin duda. Si el arco de Herrera era insuficiente, éste es excesivo; si el arco de Herrera parece pequeño para tanto cauce, aquí sobra arco por todas partes.

Pero quizá también por eso es uno de los puentes más artísticos que se han hecho en España, en el sentido que le da al término Wolfgang Iser: una obra inmersa en el sentido de la tradición, pero capaz de generar significados construidos en otra esfera. Hacer eso con un puente de luz media, ir más allá formalmente, a partir del conocimiento del pasado y siendo muy respetuoso con él, sólo se logra con una gran sensibilidad. En este sentido, y también en el de su gratuidad, es una obra próxima a las de Calatrava. Es gratuito pero necesario: nos enseña y, por ello, nos interroga y nos emociona (en el sentido más puramente etimológico: nos des-coloca, nos mueve a otro lugar desde el que la vista es más rica).

Como dice Álvarez Falcón, la autorreferencia estética siempre es crítica, en tanto que manifiesta una ambigüedad (el problema de Calatrava es que habitualmente ironiza sobre obras contemporáneas, incluso sobre sus propias obras anteriores, lo cual es, por otro lado, sumamente interesante e instructivo; por eso muchos ingenieros se sienten tan directa e incluso personalmente interpelados por sus obras). Pero, al mismo tiempo, esa ambigüedad «corresponde a un gesto auténticamente artístico: instaurar lo insólito en el corazón de lo habitual, lo extraordinario en el seno mismo de lo ordinario, y lo excepcional en el plano de lo cotidiano» [9].

Estribo este.

Y si el puente es de una brillantez máxima, el acierto es total en los estribos, siempre difíciles de armonizar con el tablero. Acabamos de ver unos ejemplos muy claros: en el puente de Mieres no hay estribos, pero el resultado es casi peor; los muros de cierre quedan muy expuestos y son de una trivialidad abrumadora. En Tavanasa o en Over los estribos parecen querer desmentir lo que leemos en el tablero, frenan el vuelo del arco, lo apagan. Sí, me diréis que eso es lo que tiene que hacer un estribo, pero en el puente de Galapagar la sensación es la contraria: el estribo parece lanzar el arco, es como el trampolín en el que toma impulso.

Me parece claro que Troyano se ha basado en el puente de Cubillas, y quiere recibir el arco con un plano inclinado, similar al de los taludes del aliviadero de la presa; en cualquier caso, la resolución es gozosa. El apoyo del arco sobre el plano inclinado del estribo es maravillosamente brutal. Todas las formas son esenciales y necesarias, el trabajo de un autor dotado de una sensibilidad espacial superior, equiparable al «gran sentido de la armonía y la proporción» que se le atribuía a Herrera.

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Estribo del puente de la Constitución, en Venecia (en http://www.puentemania.com).

Este estribo está a la altura de las mejores realizaciones de estos elementos, inevitablemente estáticos y masivos. Entre éstas, figuran, en mi opinión, algunos de Calatrava, uno de los ingenieros que más cuidado pone en resolver esa parte esencial del puente y su unión con el tablero, y que más inspirado suele estar. No es fácil concebir una solución tan apropiada como ésta del puente de la Constitución (Venecia, Italia, 2002-2008), de una potencia y un dinamismo evidentes, para apoyar otro arco, esta vez metálico, de 80 metros de luz. Y no es fácil conseguirlo, sobre todo, en las obras más rutinarias y convencionales que vemos a diario en nuestras carreteras. Por eso, traigo aquí otro ejemplo de estribo que siempre me ha maravillado. Es de un paso superior de un solo vano, una losa de canto variable aligerada con voladizos, sobre la A-2, a la altura de Alcalá de Henares. Creo que también es de Troyano y Manterola, y realizado poco después que el puente de Galapagar.

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Estribo del paso superior sobre la A-2 en el PK 35 (Google Street View).

Es un diseño brillantísimo, salvando la orejeta de la esquina superior. Con un plinto troncopiramidal en el que apoya tanto el vano principal, de unos 35 metros de luz, como un pequeño vano de compensación que lo empotra parcialmente. Un estribo de una calidad inusual, que juega también con las texturas y los colores, con la elección del ladrillo de revestimiento que refiere al terreno de apoyo del que aflora.

Por sus indudables méritos y por todos los recursos que pone en juego, el de Galapagar no sólo remite al pasado, es también un puente adelantado a su tiempo e inspirador. Por ejemplo, no puedo dejar de pensar que prefigura una obra como el puente de Schanerloch (Dornbirn, Vorarlberg, Austria, 2005) -y acabamos muy cerca de los de Maillart-, del estudio de arquitectura Marte.Marte. Ya reseñamos otra obra suya en una entrada anterior sobre puentes en celosía.

Geometrías imprecisas, volúmenes ambiguos, que se integran magníficamente en el paisaje, en estas tortuosas quebradas de los alpes austriacos. Un arco tímpano de 20,6 metros de luz que se hace cargo, también, de una herencia técnica y cultural: sus autores afirman que está inspirado en los arcos de piedra que se construían tradicionalmente en la región. Es la evolución de una tipología en el sentido postmoderno que decíamos más arriba: con mayor libertad, con formas sólo aparentemente más gratuitas, menos fundadas en un rigor geométrico, pero posiblemente más adaptadas al entorno de la única manera en que pueden serlo: gracias a la inspiración del autor. Con evidentes influencias expresionistas, como la distorsión de las formas para crear emoción, el carácter mineral y la valoración del concepto y de la experiencia interior del autor por encima de la propia construcción; en definitiva, la concepción artística de la obra.

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Puente de Schanerloch en Dornbirn (en panoramio).

Concepción que, como hemos visto, también existía en el puente de Fernández Troyano, sin ninguna duda. El puente de Schanerloch costó 220.000 euros; el de Galapagar, 773.000 euros.

Si algún pero puede apuntársele a la obra es la deficiente ejecución, debida sobre todo a la mala calidad del encofrado, que redunda en la irregularidad de las superficies y en unos acabados del hormigón muy pobres. Y una pena que, como siempre, tengamos que hablar del absoluto abandono de las márgenes por parte de la Confederación Hidrográfica, que permite la proliferación de una vegetación que obstruye el paso del agua. Y también las vistas; no hemos podido hacer una foto general del puente entero en condiciones. Y eso que se encuentra en un entorno urbanizado y que se pretendía convertir las márgenes del río en una zona de paseo.

Javier Parrondo

NOTAS:

[1] Leonardo FERNÁNDEZ TROYANO y Javier MANTEROLA ARMISIÉN: «Proyecto de Construcción del nuevo puente sobre el río Guadarrama. Carretera de Torrelodones a Galapagar«. Madrid, enero, 1986.

[2]  Lluís DUCH y Albert CHILLÓN: «La agonía de la posmodernidad«. Madrid, 2012.

[3] Daniel IMHOF: «Les ponts de Robert Maillart«.

[4] «Bridge Aesthetics Around the World«. National Research Council, Subcommittee on Bridge Aesthetics. Washington, D.C., 1991.

[5]  David P. BILLINGTON y Powell DRAPER: «The creative response to concrete cracking«. Princeton University, Princeton, New Jersey, 2007.

[6] Sigfrid GIEDION: «Espacio, tiempo y arquitectura«. Harvard University Press, Cambridge, Massachussets, 1941 (edición revisada, en español, Barcelona, 2009).

[7] Mirko ROS: «Belastungsversuche der neuen Rheinbrücke bei Tavanasa, Kt. Graubünden» (Las pruebas de carga del nuevo puente sobre el Rin en Tavanasa, Grisones), Zurich, 1929.

[8] Jurg CONZETT: «Die Vorderrheinbrücke Tavanasa–Danis, ein Hauptwerk Walter Versells» (El puente sobre el Rin en Tavanasa-Danis, una obra capital de Walter Versell), 2015.

[9] Luis ÁLVAREZ FALCÓN: «La ‘autorreferencialidad’ de la experiencia estética«, Zaragoza, 2010.

 

REFERENCIAS:

  • Puente sobre el río Guadarrama en Galapagar: